5 feb 2018

Usted me dirá…Tu me dirás

En la década de los cincuenta siglo vigésimo, en mi barrió se establecieron, en un pequeño local, dos ebanistas Pepe y Paco dedicándose a la fabricación y reparación de muebles sencillos, tan sencillos como éramos los habitantes del Barrio San Pascual. El negocio fue poco a poco prosperando de tal manera que aumentaron la plantilla contratando como aprendiz a  Pedrito.
Resultó que Pepe tomó la costumbre que un día a la semana, los jueves a media mañana, se escaqueaba durante una hora con cualquier pretexto, lo que empezó a mosquear a Paco. Aquel jueves cuando Pepe se largó Paco le dijo a Pedrito que en la semana siguiente estuviera preparado para seguir al Sr. Pepe sin que éste lo notara y así se enterarían donde y  el porqué del habitual absentismo de Pepe.
Así se hizo en la siguiente semana. El aprendiz le dio a Paco el siguiente informe verbal:
-El Sr. Pepe se fue hasta su casa llamó a la puerta y le abrió su mujer recibiéndole con un muy cariñoso beso, entraron a casa muy agarraditos. Yo esperé en la acera de enfrente escondido tras el grueso árbol, hasta que el Sr. Pepe salió muy contento, su mujer la despidió también con una cara de satisfacción que asombraba.
Paco sonriendo comentó. – Me alegro por Pepe y su mujer pues esto desmiente los rumores que corrían por el barrio sobre los grandes problemas de la pareja.
Entonces Pedrito dijo: -Perdone Sr. Paco ¿puedo tutearle por una sola vez?- Paco hizo un gesto afirmativo entonces Pedrito continuó – El Sr. Pepe fue a tu casa, le recibió tu mujer con un cariñoso beso… Paco ya no le dejó seguir.
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En aquella época el tratamiento de Usted era el habitual entre personas que no se conocían o entre personas de distinto rango o edad incluso dentro de la familia. Las generaciones anteriores a la mía los hijos empleaban el Usted al dirigirse a sus padres.
Los médicos tuteaban a sus pacientes pero éstos se dirigían a médico con el tratamiento de Don. Afortunadamente ya no es así.
Recuerdo una vez, ya en los años setenta, que una conocida periodista de la cadena SER, entonces casi becaria, haciendo un reportaje en la Ciudad Sanitaria de la Paz entrevistaba al mismo tiempo a un médico y a un paciente, al primero empleando el Usted y al paciente tuteándole. Por la voz de ambos se adivinaba que no tenían edades muy diferentes. Yo lo vi mal y se me ocurrió escribirle una carta a la periodista recriminándole la diferencia de trato. No me contestó.
Por esa época tuve un importante ascenso en el trabajo, cambiaba de puesto y categoría. Mi jefe me lo comunicó un viernes con más o menos la siguiente frase: -A partir del próximo lunes pasas a llevar el departamento de tal, desde entonces podrás tutearme. Me sentó a cuerno y le dije. –Prefiero mantener las distancias, si yo le tuteo, por favor, Usted debe tratarme a mí de Usted, (bueno pasó como en el anuncio, no lo dije pero lo di a entender y él se dio cuenta)
Mi  compañero Gómez, siendo muy joven,  le dijo al director del departamento:- Llámeme de tu. Tras un largo e incómodo silencio el director le dijo:- No, yo le seguiré tratando de Usted, pues si le tuteo Usted podrá hacer lo mismo conmigo.
Cuando estuve trabajando dos meses en BOSCH Alemania, entre otras cosas aprendiendo alemán, con los colegas de la fábrica nos tratábamos de tu si hablábamos en español y de usted si lo hacíamos en alemán. Hay que decir que en alemán es más fácil hablar con el “usted” pues el presente de indicativo coincide con  el infinitivo.
Para terminar diré que estoy chapado a la antigua y suelo emplear habitualmente el tratamiento de Usted, quizás por influencia del “viejo profesor” Tierno Galván quien trataba de Usted a todo el mundo, según él no solamente por respeto sino porque veía que el empleo exclusivo del “tu” llevaba a un empobrecimiento del idioma.