26 oct 2007

Silvestre


En el apartado del Cura, ya dije que en la Escuela también fue obligatoria la asignatura de Política. También se llamaba Formación del Espíritu Nacional. En realidad no conozco a nadie que creyera haber recibido algún beneficio de ninguna clase por haber recibido esta seudo formación.

Mi amigo el condiscípulo Xxxx, sacaba en esta asignatura unas notas excepcionales. Hace poco me confesó que contestaba a las preguntas como le venía en gana, pero que no olvidó nunca en la antefirma el saludo de “viva franco y arriba España”

En mi opinión, el Sr. Silvestre era un pobre diablo sin ninguna formación. Con el tiempo descubrí que trabajaba en una especie de almacén del frente de juventudes, donde se encargaba del material deportivo. Allí controlaba a quién se prestaba unos esquíes o una tienda de campaña. Me imagino que cuando la Escuela solicitó al organismo pertinente un profesor de política, en dicho organismo tiraron de la persona más desocupada.

Sus clases no tenían el más mínimo interés, y de hecho en mi curso nos turnábamos de dos en dos para entretenerle mientras que los demás se dedicaban a otros menesteres, incluso a asuntos que podíamos llamar positivos como pasar apuntes de otras asignaturas.

Siempre me extrañó en este personaje que nos tratase de Ud., en el primer curso éramos chavales de catorce o quince años, y él fue uno de los pocos profesores que lo hacían, la extrañeza estaba en que entre los falangistas no se usaba el Ud, por lo que en su caso era altamente contradictorio por partida doble.

En segundo curso, cierto día llegó el Sr. Silvestre sin su sonrisa bobalicona, estaba muy serio, y preguntó muy ceremoniósamente: ¿conocen Udes. La Ley X?. Por lo visto era una de las que el Régimen denominaba como Fundamentales. Nosotros nos mirábamos desconcertados y negábamos ingenuamente su conocimiento. Silvestre muy indignado nos echó una bronca fenomenal. Para él era insólito que unos estudiantes que aspiraban a ejercer puestos de responsabilidad en el futuro, desconocieran, en el presente, una ley tan importante. Después de más de diez minutos de aguantar el rapapolvos, Fernando Matey le pidió, con amanerada humildad, que nos explicara la Ley para no volver a caer en tan imperdonable ignorancia. De forma inmutable Silvestre contestó que de acuerdo, que en ese momento él no recordaba bien la Ley pero que para la próxima clase se la traería preparada.
Sin más comentarios
JLMejuto

Parrondo

Parrondo era el responsable del almacén de papelería. De profesión encuadernador, y como responsable de su sección creo que era muy eficaz. De aprendiz varias veces fui por mandato de Don José a por el material de papelería, folios, cuadernos, bolígrafos etc.. Como no llevaras los vales con todas las firmas no había forma de que te despachara ni una simple mina para el compás. Además en Papelería estaba la máquina de copias a “ciclostil” esa máquina que en los buenos tiempos se llamaba “vietnamita”, por lo que Parrondo tenía que relacionarse con la mitad del personal de oficinas y por su rigidez se convirtió en el terror de las secretarias y de los aprendices. Nadie en la Escuela aceptaba con agrado estos encargos de Don José
Tenía Parrondo una salud precaria, era bastante miope, por su basta sordera se veía obligado a usar sonetone, llevaba un chaleco ortopédico, y lo que más destacaba de su personalidad era su gangosidad, lo que era motivo de imitaciones y burlas. Yo llegué a creer que era gangoso porque a los demás nos oía como gangosos, de hecho en algunas ocasiones, cuando yo hablaba con él lo hacía imitándole gangoseando nunca tuve quejas de él por ello

Cuando empecé a escribir sobre Parrondo me dije “vaya mina”. Las anécdotas que sobre este compañero se contaban eran numerosísimas, he llegado a pensar si no eran leyendas fabriles, a la manera de lo que se llama leyendas urbanas. Por eso me he propuesto contar solamente lo que yo se de primera mano por haber sido testigo de ello

En cierta ocasión estábamos al sol varios compañeros fumando un cigarro, esperando el toque de sirena para empezar el trabajo de la tarde. Vimos aparecer a Parrondo y al amigo Blázquez, de Compras, se le ocurrió que cuando llegara a nosotros Parrondo, gesticuláramos como si estuviéramos conversando pero sin emitir sonido alguno. El fin de la broma era hacerle creer que su sonetone se había quedado sin pilas. Así se hizo, el aparato constaba de tres partes diferenciadas, el pingajillo de la oreja, el cable y la cajita con los mecanismos la cual a llevaba situada en el pecho por debajo de la camisa. Al no oírnos metió la mano por debajo de la camisa para girar el mando del volumen, al no obtener resultados positivos empezó a golpear la cajita con bastante mal humor, hasta que alguno de nosotros no pudo contener la risa. Por supuesto empezó a insultarnos no olvidándose de nuestros progenitores

Era Vox Populi que Parrondo había ejercido con eficacia la labor de Presidente de su comunidad de vecinos e incluso de su mancomunidad. Se decía que era muy conocido en organismos oficiales y sobre todo en las oficinas del Canal de Isabel II, donde se le temía por los escándalos que acompañaban a sus protestas. De hecho se decía que cuando aparecía en cualquier cola donde iba a realizar alguna gestión, si el responsable del negociado se daba cuenta, mandaba a por él y le atendían lo más rápidamente posible para evitar que soliviantase a los pacientes ciudadanos que esperaban la cola.
Basado en esto le planteé un problema que teníamos en mi Comunidad. Resultó que las cámaras del supermercado del bloque hacían un molesto ruido que impedía el sano descanso nocturno de los vecinos del primero. El dueño del establecimiento no se venía a razones. Parrondo me dio la solución aconsejándome la realización de la denuncia en el organismo adecuado. El problema de nuestra conversación estuvo en que el final de su exposición no lograba yo entender. “ieenen e oner una apa de ocho” . Entendí que tendrían que poner debajo de las cámaras una capa de ocho, y le preguntaba ¿de ocho qué? ¿Hojas, milímetros o qué?. Parrondo repetía una y otra vez lo mismo, yo sinceramente no entendía, él se enfadó violentamente, y al fin comprendí que se refería a una capa de corcho. Me disculpé y cuando solucionamos el problema fui a contárselo con agradecimiento lo que le agradó mucho
JLMejuto

La máquina de café

No crea el lector que me inspiro en el programa de la TV “Cámara Café”, en verdad creo que el artefacto merece un lugar entre los personajes de la gran familia. Ha sido el punto de encuentro durante las pausas y en algunas ocasiones incluso punto de continuidad del trabajo, a veces teníamos que decir, o nos decían, “Deja ese asunto, estamos en el momento de pausa, prohibido hablar del curro”.
Tanto era así que en mi primera época como responsable de Experimentación Acumuladores, recuerdo que la máquina de café se convirtió en punto de encuentro con mi jefe el Sr. Gallego. Éste era un gran hombre, y un hombre grande, medía dos metros de altura creo que en toda la historia de FEMSA nadie superó este record, pero si digo que era un gran hombre es por que su humanidad superaba con creces a su altura.
Desarrollos, entonces se llamaba Dirección Estudios y Proyectos, estaba situado exteriormente a la fábrica en la esquina de las calles Argos y Albarracín pero Experimentación Acumuladores se ubicó en el extremo opuesto de la fábrica limitando con la calle Albasanz. Cada vez que Gallego me tenía que comunicar algo en persona, yo debía atravesar la fábrica. Gallego se apiadó de mí y siempre que era posible me citaba en una máquina de café situada a mitad de camino. Me invitaba a un café y me trasmitía las novedades, él doblando el espinazo y yo estirándome lo que podía. Esta situación, un tanto cómica, era después motivo de burla, muchas veces oí aquello de; el punto y la i.

Todos recordaremos las veces que la máquina de café se tragaba nuestro dinero sin cumplir con su misión, nos cabreaba cuando por fallo no salía el vaso y veíamos como se perdía nuestro café, o cuando no nos daba el cambio y aunque el personal encargado de su mantenimiento nunca se negaba a resarcirnos de las pérdidas, tenías que estar pendiente de hacer la reclamación cuando dicho personal venía a cargar la máquina, lo que complicaba la reclamación por lo que la mayoría de las veces se daba por perdida la consumición.
He de decir, no sin rubor, que en cierta ocasión, la máquina situada en Desarrollos se quedó con la puerta a medio cerrar, y con tan sólo meter la mano por la rendija se accedía a un botoncito que ponía en marcha el mecanismo expendedor, invité con este procedimiento a unos cuantos colegas.

De todas formas lo que voy a contar a continuación es el verdadero motivo que me ha inducido a tratar a la Máquina de Café como un personaje de la gran familia:
Fue un año de la década de los setenta, por algún motivo, quizás alguna homologación de baterías, tuve que quedarme a trabajar en agosto, y coger las vacaciones en septiembre. Mi colega Antonio Jimeno también se vio en las mismas circunstancias.
Resultó que la ambulancia del botiquín se había quedado sin batería por segunda vez en pocos días, y el responsable del servicio vino a pedirme ayuda. La vez anterior solucionamos el problema cargando la batería
Le comuniqué a Antonio que me iba al Botiquín, por si alguien preguntaba por mi, aunque añadí que como tenía que buscar el motivo de la descarga de la batería no estaría demás que me acompañara, ya que entre los dos podríamos buscar mejor el posible cortocircuito o el consumo eléctrico no deseado.
Me dijo que como ya había pasado la primera semana de agosto nuestra máquina de café, la de Desarrollos, estaba vacía, y que sin el café de la mañana él no podía pasar por el WC, llevaba ya cuatro días con molestias intestinales.”Te acompaño a solucionar el problema de la ambulancia y de paso que en el Botiquín me den algo para solucionar lo mio”
Llegamos al botiquín, yo saque un polímetro para buscar la avería y en ese momento apareció un operario de la tercera planta con un vaso de café en la mano, Jimeno le preguntó ¿De dónde has sacado ese café?, de la máquina que hay en Mto contestó el operario. Jimeno se fue corriendo, volvió a los quince minutos, diciendo con una cara de satisfacción: Ya he cagado. Yo le dije: Ya he encontrado la avería, resulta que debajo de la camilla hay un piloto que se ha quedado conectado.
Volvimos a Desarrollos contentos de haber cumplido nuestros deberes. Desde entonces tuve un gran respeto por la máquina de café y me juré que aunque otra vez se dejaran la puerta abierta no volvería a timarla.






JLMejuto

Don José, el Polaco

Don José Wirwa, héroe partisano en la Segunda Guerra Mundial, con grado de Coronel.
Antes de la invasión nazi, era Catedrático de Historia Polaca, rector de Universidad, no se si la de Varsovia.

Era un hombre profundamente religioso, católico, motivo por el cual aún siendo un héroe luchador contra los invasores de su país, pasó a ser del bando opositor al régimen establecido en Polonia tras la guerra.
Se exilió en España, cayendo en nuestra Escuela, no se exactamente cómo denominar su puesto, hacía de todo:
Los partes de clase
Imponía el orden cuando faltaba un profesor. ¡ Méeejuto a pasilio !
Emitía las calificaciones mensuales
Recogía el enterado de las mismas.
Se encargaba del material…


Y...escribía un libro muy gordo, sus memorias. El mejor recuerdo que de él guardo, son las historias sobre sus hechos de guerra, nosotros sentados alrededor de él, en silencio admirativo, escuchándole en aquel mal castellano que quizás por ello adquirían mayor valor al obligarnos a aumentar la concentración. . .


Si antes he definido a Cerrolaza como al padre de todos los aprendices, a Dn. José, también por su actitud protectora, le otorgo el título de tío, pues el de madre podría tomarse a cachondeo.

Ni Don José se libró, de ser víctima de nuestras bromas: En clase de Prácticas de Electrónica, bajo la dirección del mayor de los hermanos Valero, montamos una pequeña emisora de radio, dos de nosotros se fueron al despacho de Dn. José, con una radio a transistores, asegurándole que por una emisora local estaban hablando de él. Desde la clase de electrónica emitimos un comunicado hablando de Dn José contando alguna de sus hazañas. No recuerdo que pasó cuando se dio por enterado de la farsa

Itero mi gran respeto hacia este hombre, por eso me sentí muy mal el día que le fallé, por la cara que puso pienso que a él, mi fallo, le sentó peor. Resulto que en el año 1960 le pedí permiso para faltar un par de días, habían venido mis primas y sus maridos de Francia a pasar unas vacaciones. Me comentó si podían hacerle el favor de llevar un paquete a Francia para su hijo que residía en París. Yo lo consulté y mis familiares me dijeron que si. Dn. José me preparó un paquete monumental, fundamentalmente compuesto de ropa. Cuando lo vieron mis primas se negaron a llevárselo y yo se lo devolví a Dn. José muerto de vergüenza al soportar la frase equivalente a lo prometido es deuda.

Enfermó de cáncer, el final de su vida lo pasó ingresado en un sanatorio por Valdelatas, nunca le faltó una visita de los aprendices, y cuando murió fue enterrado en el cementerio Polaco de Paris. Hasta la frontera francesa acompañaron al coche fúnebre, y a su hijo, los compañeros Antonio Pérez Gutierrez, Enrique Navarro y Julian Moreno, aunque calladamente, siempre les he agradecido este acto de representación de toda la Escuela.

JLMejuto

Don Julio, el Cura


Hoy en día parecería anacrónico, pero en aquellas fechas ni la Escuela de Aprendices de una Fábrica se podía librar de la asignatura de Política (Ya le tocará el turno a su titular el Sr. Silvestre) ni de la de Religión dirigida por Don Julio Sainz de Rozas, El Cura Julio

A los curas de hoy en día no los conozco, no trato a ninguno, quizás por aquello de que ya no abundan. Por entonces, a mis catorce años los curas formaban parte de una elite distante, a los que tratábamos con mucho respeto, mejor dicho que se hacían respetar. Cuando por mi barrio, El barrio S. Pascual, aparecía algún cura los chavales teníamos la costumbre de dejar el juego y corríamos a besarle el crucifijo que pendía de su cinturón o en su defecto la mano.
El Cura Julio no tenía ese corte. Nos trataba en un plano de igualdad, dentro de un orden.



Mi amigo del alma, Eugenio García Bravo compañero desde casi párvulos en el Grupo Escolar Calvo Sotelo, me dijo una vez con orgullo: En el examen, a la pregunta de que pensamos de los curas he contestado que son hombres normales y corrientes. No creo que en tiempos del colegio esto lo hubiera contestado a Dn. Lorenzo el párroco de nuestro barrio.
En otra ocasión, en clase, estaba Dn. Julio fumando, se dio cuenta que no había cenicero encima de la mesa, al hacer el gesto de “qué hago con la colilla?, un alumno de la primera fila le dijo “tírela al suelo” Don Julio contestó “tirar una colilla al suelo está tan feo como tirarse un pedo”. Aquello nos pareció insólito, un cura empleando palabras tan inusuales en los de su oficio.






Entre sus funciones estaba la de decir misa todos los domingos en un cierto colegio de monjas, de pago. Entonces todos los colegios de este tipo tenían, por ley, la obligación de reservar algunas plazas gratuitas para personas necesitadas. Lo que podría parecer una obra social en realidad era todo lo contrario, en general no sabemos cómo lo pasarían aquellas infelices con el trato diario con niñas de una clase social superior. El Cura Julio se enteró que las alumnas de pago, para paliar alguna de sus faltas de conducta o atención, entre los castigos o penitencias para ellas, estaba la de la obligación de tener que, durante el recreo, jugar con las niñas pobres. Aquel domingo, durante la homilía, denunció esta conducta discriminatoria, lo que le valió tener que oír de la madre superiora: Don Julio, no vuelva Ud. a decir misa en este colegio.

El cura se mereció toda nuestro afecto, por supuesto también mi admiración. So soy uno de los muchos alumnos de la Escuela que fuimos casados por Don Julio.

Un borrón: Al principio, la Escuela exigía que la Religión puntuase como una asignatura más, por lo que, que yo sepa, se cometieron dos injusticias difícilmente tolerables con los compañeros Salas de la primera promoción y con Eugenio Giménez de la tercera.
El primer curso de la Escuela, denominado Preparatorio, era selectivo. Al final del curso se podía pasar al grupo de oficiales, donde se nos preparaba para desempeñar un oficio, o al grupo de técnicos donde la preparación se dirigía a conseguir los futuros mandos intermedios de la Compañía.
Para conseguir plaza en el grupo de técnicos se exigía que en Junio se tuvieran todas las asignaturas aprobadas y la media aritmética de todas ellas debería ser superior a siete puntos.
Los compañeros Sala y Jiménez cumplían de sobra la segunda condición a pesar de llevar suspensa la asignatura de religión. Pero esto les impidió estudiar en en el grupo de técnicos.
Con el tiempo, en conversación privada, Dn. Julio manifestó que esos dos casos los llevaba clavados en su debe.



A partir de la tercera promoción se negó a evaluar su asignatura.






JLMejuto

Don Alfredo Cerrolaza



Don Alfredo Cerrolaza fue el primer director de la Escuela, ¿el fundador?, los que fuimos Aprendices de la Escuela, creemos que este es el título que se merece, aunque se le podrían otorgar otros:

Padrazo Algunos responsables de fábrica le criticaban por su actitud protectora con nosotros. Lo descubrí durante mi primer viaje de trabajo, lo realicé siendo aún aprendiz de la Escuela, debió ser en el año 62. FEMSA había adquirido una fábrica de baterías situada en Cornellá, por lo que se creó dentro de Dirección Estudios y Proyectos el departamento de Desarrollos de Baterías y a mi me destinaron al departamento del Laboratorio de Ensayos de Baterías. Con buena lógica, el director de Desarrollos pensó que para poder desempeñar mi labor debería empezar por conocer la fabricación del producto, es decir pasar una temporadita en la fábrica de Cornellá. El Sr. Cerrolaza tuvo que dar su permiso, yo pertenecía a la Escuela y además era menor de edad. Durante mi estancia en la fábrica de Cornellá no recuerdo nada digno de contar, pero de mi tiempo libre en Barcelona puedo decir que fui atendido en todo momento por el responsable de la Filial, el Sr. Nadal y su sobrino Emilio Guilera, hasta en los detalles más increíbles, el hotel Covadonga, donde me alojaba, estaba situado junto a la Filial, sólo les faltaba venir a darme las buenas noches cuando me iba a la cama. Extrañado de tan magnífica atención le pregunté a Nadal si con todos los visitantes era tan atento, antes de contestarme me preguntó a su vez si yo era familiar del Sr. Cerrolaza, al contestarle que no, me dijo “Pues es extraño, parece tu padre, no veas lo preocupado que está por lo que pueda pasarte en esta gran urbe, me ha pedido encarecidamente que te cuide como a un hijo”


Docente. Los de las primeras promociones tuvimos la suerte de tenerle como profesor. Más adelante ocupó un alto cargo en el Ministerio de Trabajo y su labor en la Escuela se vio muy disminuida dejando la función docente. Repito lo de la suerte porque sus clases tenían un valor enorme, teniendo en cuenta que la misión fundamental de la Escuela era la formación de personas destinadas a funciones técnicas, por lo general, las asignaturas de letras se las consideraba de menor valor (marías), idea contra la que Cerrolaza luchó con ahínco haciendo todo lo posible para que sacáramos el gusto por la cultura en general, y sobre todo para que no nos conformáramos con acabar en la Escuela y a trabajar a Fábrica. Él nos inculcó seguir estudiando, gracias a lo cual, muchos ex-alumnos de la Escuela gozan de un título universitario. Algunos empezamos el bachillerato tras acabar en la Escuela, por supuesto con el bagaje de conocimientos adquiridos en la misma pasamos el bachiller en menos de tres años, la asignatura que se nos atravesaba era el Latín, pero hasta en esto pudimos contar con la ayuda de Don Alfredo, por las tardes después de la jornada laboral nos daba clase de la Lengua Madre, de estas clases guardo un grato recuerdo y es que una asignatura que nos repugnaba, con él aprendimos a sacarle gusto, aprovechando que nuestra formación, técnica, muy basada en el razonamiento y menos en la memoria, descubrimos la gran racionalidad del Latín.


Culto. Durante mis años de Escuela, los aprendices considerábamos unánimemente al Sr. Cerrolaza como la persona más culta que conocíamos. Yo lo sigo creyendo, no me he tropezado con nadie con unos conocimientos tan extensos, es licenciado en Derecho, ¿alguien conoce algún abogado capaz de resolver en la pizarra una integral volumétrica? Los de la tercera promoción si, el Sr. Cerrolaza. En tercer o cuarto curso nos dio una asignatura que se llamó Relaciones Humanas, en realidad se podía haber llamado “Bombardeo de Ideas” no teníamos texto que seguir, no había exámenes que pasar, en cada clase llegaba Cerrolaza empezaba a hablar y nosotros a escuchar, quizás las clases que impartían los filósofos griegos fueran así. Dos ejemplos de cómo se impartía la asignatura:
-Una vez nos dijo que para él la mejor poesía en lengua castellana era Canto a la Inmortalidad de Rubén Darío,añadiendo que ante la muerte en Madrid de uno de los grandes literatos de la época, siento haber olvidado el nombre, la noticia llegó al final de la tarde a Buenos Aires, y allí el director del diario ¿”El Clarín”?, maldita memoria puede que fuera otro periódico, ordenó a sus subordinados que buscaran por todos los garitos a Rubén Darío para encargarle la editorial sobre el duelo. Le encontraron ebrio como una cuba. (El final de la vida de Rubén estuvo marcado por el alcoholismo, de esto me enteré más tarde), le dieron la noticia y le dejaron abandonado con papel y pluma, recostado sobre la mesa, en uno de los despachos del periódico, olvidándose de la idea original de encargarle del canto de elogio hacia el finado. Salieron con otra solución para el evento. A la mañana siguiente alguien se acordó de Rubén, fue al despacho y lo encontró durmiendo la borrachera tal y como le habían dejado unas horas antes, pero ¡ojo! Delante de él había un folio escrito, era El Canto a la Inmortalidad.

Salvando las distancias diré, que entonces me dije: alguna vez tengo que escribir algo estando borracho. Si alguno de los apartados de FEMSA GRAN FAMILIA lo escribo en ese estado lo avisaré al final del mismo

-Un compañero de curso, Juan Demetrio Sastre, empezó a interesarse por un tema muy de la época, la Tauromaquia, se leía todo lo que de este asunto caía en su poder, cada día llegaba a clase y nos contaba los últimos conocimientos que de los toros había adquirido, nosotros bromeábamos llamándole pesado y otras cosas, hasta que a alguien se le ocurrió que podríamos poner a prueba a Cerrolaza, planteándole alguna pregunta taurina para que no fuera capaz de responder. Así se hizo, no recuerdo que tema taurino le planteó Sastre, si recuerdo que Cerrolaza contestó ampliamente demostrando que sus conocimientos superaban ampliamente a los de las fuentes en las que había bebido Sastre.



Para concluir diré que un alumno de la primera promoción le dijo una vez:

- Sr. Cerrolaza, quiero llegar a ser un hombre culto, ¿Qué debo hacer para conseguirlo?

No recuerdo la contestación de Cerrolaza, si diré que la pregunta se quedó grabada en mi memoria, muchas veces me la repetí yo. En cierta ocasión oí por una emisora de radio que un personaje se la había hecho también, pero yendo más allá, se propuso aprender, bueno memorizar, los noventa y tantos volúmenes del Espasa. El pobre infeliz abandonó, medio loco, antes de un año sin haber llegado a la letra "B".

No me hizo gracia la historieta, me dejó meditando, como consecuencia de mi reflexión me dije que el ser un hombre culto no debería ser mi meta, mi meta debería ser perseguir el conocimiento como un motivo de satisfacción, y sin poner límites al ámbito del saber, quien dijo aquello de que "quien mucho abarca poco aprieta" la pifió en toda la regla.

Esto es lo que obtuvimos del Sr. Cerrolaza:
La necesidad de aprender cosas aunque sobre ellas no supiéramos contestar a la pregunta de ¿eso para qué te va a servir?
La iniciación al buen gusto para la lectura de buena literatura, para la contemplación de las artes plásticas, del buen cine, y la música, para sacarle partido a los viajes, para disfrutar de la buena cocina.
Aunque lo intentó no logró que nos atrajera el gusto por la elegancia en el vestir ni por lo que él denominaba corte del pelo correcto.

En el año 2015, con motivo de la celebración del 75 aniversario de la fundación de FEMSA, Bruno Caprile reunió en una  comida a un buen número de destacados colaboradores de la empresa y del CIVE, evento al que afortunadamente asistí, (me siento honrado por ello como colaborador del CIVE), e itero lo de afortunadamente porque pude, tras muchos años, hablar son personas muy apreciadas por mi y en particular con el Sr. Cerrolaza,
Entre otras muchas cosas, en aquella conversación, Don Alfredo se interesó por como les había ido a mis condiscípulos y tratando el asunto le hablé de la comida que habíamos tenido cuando se cumplieron los cincuenta años de nuestro ingreso en FEMSA, enganchando con esto me dijo que si volvíamos a reunirnos estaría encantado con participara con nosotros en ese acontecimiento

El Pasado 25 de mayo un grupo de antiguos alumnos de la tercera promoción de la Escuela de aprendices Nuestra Señora de Loreto tuvimos la inmensa satisfacción de celebrar con una comida un encuentro con el Sr. Cerrolaza . Cumpliendo así con la petición que Don Alfredo me hizo en 2015´

El motivo que me ha impulsado para actualizar "Mi Parida" del Octubre de 2007 con este añadido a la misma, es porque en mi conversación con el Sr. Cerrolaza en la celebración del 75º aniversario de la fundación de FEMSA , se me despejó la incógnita reflejada  al encerrar entre signos de interrogación las palabras "el fundador" como voy a transcribir lo que sobre el asunto me contó:

Al principio de la década de los cincuenta, Don Emilio Caprile quiso crear una escuela de aprendices. El Sr. San Román le comentó a D. Emilio que conocía a la persona ideal para realizar el proyecto, presentando al Sr. Cerrolaza. quien presentó un primer informe que fue rechazado por el Presidente de FEMSA alegando que para obtener buenos  profesionales no hacía falta el tipo de escuela presentado, le bastaba con acudir a la escuela de La Paloma, él quería personas preparadas para asumir puestos de más responsabilidad como mandos intermedios e incluso con posibilidad de acceder a puestos,  sin fijar a priori, techo de responsabilidad.

El segundo proyecto presentado por el Sr. Cerrolaza cumplió con creces las espectativas marcadas por Don Emilio, con lo cual me atrevo a decir que Don Emilio fue el inductor de la Fundación de La Escuela y Don Alfredo el Fundador Ejecutivo de la misma


JLMejuto

22 oct 2007

FEMSA GRAN FAMILIA



fue una empresa familiar, la de la familia Caprile. Como otras muchas de aquella época, (principio de la década de los cincuenta, hasta mediados de la de los setenta), lo de SA "Sociedad Anónima" era una simple ficción.


La estructura familiar no se quedó en las altas jerarquías, descendió hasta los puestos más bajos, y para bien o para mal, este modo de sentir fue más patente en los integrantes de la Escuela de Aprendices


En la Gran Familia nadie le negó el título de Abuelo a Don Emilio y los nietos, por supuesto, éramos los aprendices de la Escuela, título que nos ha acompañado siempre, a veces como una losa, ya que con bastantes años encima, teniendo nuestros propios hijos e incluso desempeñando en la Fábrica puestos de responsabilidad, los más veteranos seguían tratándonos como los Chavales de la Escuela. Todo antiguo alumno de la Escuela sentía esta sensación mientras permaneciera en Fábrica Madrid. Siempre me ha molestado este particular tratamiento, aunque ahora, después de pasar doce años trabajando fuera de Madrid y después de jubilarme lo recuerdo con nostalgia y ¿por qué no decirlo? con cariño y quizás con cierto orgullo.



En tiempos de la Escuela toda nuestra vida estaba plenamente centrada en la Fábrica, diariamente las cinco horas lectivas, tres horas de aprendices en taller, una hora de comida en el bar Comedor o haciendo buen tiempo comiéndonos el contenido de la tartera tumbados en la hierba aledaña al campo de Jockey, a partir de las seis de la tarde tres días a la semana entrenamiento en nuestro deporte preferido, o jugando al ajedrez o al pimpón en el club Deportivo y en épocas de examen nos quedábamos en clase repasando incluso velando. ¿Y los domingos? Toda la mañana en el Campo de Deportes donde no faltaba un par de partidos de cada una de las disciplinas de Fútbol, Balonmano, Jockey, y en su tiempo Baloncesto. Por la tarde nos citábamos los del curso para ir a la discoteca o al cine o a guateques de propia organización. El pasar las horas de ocio juntos siguió después de acabar la Escuela al crear la Asociación de Antiguos Alumnos. Las relaciones de los alumnos de cada promoción sobrepasaron en mucho las normales de compañeros de clase, nuestro lazos de unión son los de verdadera amistad, no me atrevo a decir hermandad por puro rubor. Estos lazos permanecen hasta ahora entre muchos de nosotros, pero además en los casos en los que se ha perdido el contacto, por aquello de las vueltas que da la vida cuando por esas mismas vueltas volvemos a coincidir, puedo asegurar que nos entusiasmamos recordando tiempos pasados, nos contamos una y otra vez aquellas anécdotas vividas durante el tiempo de la Gran Familia, hay que reconocer que a nuestras mujeres, a veces, les tenemos que oír decir aquello de que qué pesados, siempre el mismo rollo .

Estas relaciones de compañerismo y amistad no son exclusivas de la Escuela, en mi opinión, este estilo o manera de ser lo exportamos desde la Escuela a la Fábrica cada uno a nuestra sección o departamento de tal forma que en la actualidad existe una verdadera red creada por lazos afectivos entre gente de FEMSA,(sea de la Escuela o no).


Como ejemplo de unidad entre nosotros expongo lo que ocurría en mi departamento "Experimentación Acumuladores" donde ante esos casos de necesidad, como por ejemplo los pequeños préstamos para superar momentos de apuro, acabar el mes, etc. se resolvían entre los compañeros de trabajo, no acudíamos a la familia propia. Aún es más, ante cantidades más cuantiosas estábamos unidos por una especie de red o tela de araña, cuyos hilos eran los avales bancarios. Unos avalábamos los créditos de otros y a su vez los otros nos avalaban en los propios.


Toda familia está compuesta de miembros, por supuesto la Gran Familia no fue una excepción, me propongo en este Blogg, FEMILIA (compuesto de FEMSA y Familia), aportaciones con mis recuerdos sobre algunos de los considero miembros destacados.


Mi postura personal ante este fenómeno la resumo en pocas palabras: Siento un cierto orgullo por pertenecer a la Gran Familia, considerándola como un grupo de personas, unidas emotivamente a un nivel de igualdad. Desde el principio, quizás intuitivamente, no consideré miembros de este grupo a la más alta jerarquía de la Empresa, con la excepción de Lorenzo Caprile. El tiempo me dió la razón en el momento de la venta a RB de la Compañía, con personas y todo. A muchos entonces se les vino el mundo abajo. Con el tiempo hemos de reconocer que salimos ganando al pasar de un sistema paternalista a otro basado en relaciones profesionales pero no exentas de humanidad. Y lo que es mejor muchos compañeros de la antigua BOSCH forman ahora parte de nuestra familia

Con gusto incorporaré, sin ningún tipo de censura, las aportaciones y comentarios que tengais a bien hacerme llegar.