26 dic 2007
El Tato
Yo conocí a otro Tato, del cual nadie se hizo eco.
Sería yo muy chaval cuando un 22 de mayo, Santa Quiteria, patrona de Alpedrete, lugar de nacimiento de mi madre. En su honor, el de la santa Quiteria no en el de mi santa Madre, se festejaban dos novilladas, de dos reses cada una, en la plaza del pueblo, ya sabes palcos construidos para la ocasión, cierres con carros de bueyes, y los chicos colándonos por donde podíamos.
Nunca lo olvidaré.
Aquel Tato se puso con ambas rodillas en tierra, delante del toril, el capote tendido en el suelo, salió el bicho a la carrera, pletórico de fuerza, el novillero moviendo únicamente los brazos consiguió que la res se encelara con una de las puntas del capote haciendo que aquella carrera tomara una trayectoria circular casi completamente cerrada, de centro el propio Tato, y digo casi cerrada porque llegado el momento oportuno el Tato recogió el brazo dándole la salida. A esto mi Padre lo llamó pase de farol.
Del resto de la corrida no recuerdo más. Debió satisfacer completamente al público y a la presidencia, ya que le dieron todos los trofeos posibles. Si recuerdo perfectamente, que parte del respetable, gritaba. ¡Qué le den el Toro! y tampoco olvidaré a Ismael, uno de los mozos encargados del arrastre, no había mulillas, que desde la arena se volvió diciendo. ¡Que le den el toro, menos los cojones que son para mi!.
Debo aclarar que los novillos eran costeados por todas las familias del pueblo, y al día siguiente el carnicero repartía la carne, y por supuesto las criadillas se comían en las juergas de los mozos.
Aquella novillada fue la última en la que participó el Tato. En la semana siguiente, lo que no consiguió el novillo lo hizo un camión, el Tato iba en una motocicleta y fue arrollado. Las crónicas no especificaron quien tuvo la culpa. Yo me dije que El Tato en todo momento vivía arriesgadamente.
Te juro que en Alpedrete lloramos más de uno
Sueños
Tengo la costumbre de leer en la cama. Al menos un capítulo de la novela del momento o hasta que me vence el sueño, momento en el que cierro el libro, apago la luz y a dormir.
Por suerte la última novela que estoy leyendo es un tostón inaguantable, no digo el título ni el autor por no crearme enemigos. Digo por suerte porque el sueño me entra antes que de costumbre, tanto es así que anoche no apagué la luz, se me cayó el libro de las manos y me dormí como un leño.
Esta mañana me he despertado alegre, recuerdo perfectamente mi sueño, toda la historia ha transcurrido claramente delante de mis ojos, además en tecnicolor.
¡¡ Desde ahora dormiré siempre con las gafas puestas !!
12 dic 2007
Los hermanos del Borbón
Últimamente se le acumulan los problemas al rey J. Carlos, El primer contratiempo, de la actual serie, se produjo a consecuencia de su visita a las ciudades de Ceuta y Melilla. Al monarca alauí le sentó fatal que Juan Carlos y señora se dieran ese baño de multitudes en plazas que considera de su pertenencia. No voy a analizar si éste es motivo justificado para cabrearse, entre otras cosas porque me importa un pimiento. Me interesa más el cariz familiar del asunto, me explico:
Allá por el verano de 1999, murió Hassán II rey absoluto de Marruecos, pasando el trono a las manos del actual Mohamed VI, el del cabreo. A la ceremonia de coronación del mismo asistió Juan Carlos. El Borbón se despachó con un discurso en el que incluyó una emotiva frase que más o menos venía a decir “Desde mi coronación, vuestro padre, me ofreció su inestimable apoyo, participándome que no dudara nunca en acudir a él siempre que necesitara de su experiencia, ya que se consideró como mi hermano mayor. Ahora es el momento de corresponder a tan preciada generosidad, ofreciéndome yo a ti como hermano mayor tuyo sin reservas”
Pues digo yo que el hermanito le ha salido a Juan Carlos bastante respondón, o tal vez es que no se creyó la frasecita, o mejor dicho, le dejó muy mosqueado, ya que tan sólo cinco meses antes, en febrero del mismo año, Juan Carlos había soltado la misma frase durante la coronación del rey Abdalá II de Jordania, tras la muerte de su padre Hussein.
Cuando aquel verano oí la frase, dicha en Marruecos, pensé que se le había traspapelado de la otra vez, ya que si anteriormente se había hermanado con Hussein de Jordania, cuya imagen, que conste que sólo digo imagen, era bastante aceptable, no ocurría lo mismo con la de Hassan, creo que conscientemente nadie en su sano juicio se nombraría a sí mismo hermano del sátrapa.
Sobre esos años pillaron a Camilo José Cela, enviando a una publicación un escrito plagiado de otro trabajo suyo fechado pocos años antes. Se le trató, con razón, de auto-plagiador. Declarar reo de plagio al rey era harina de otro costal. Si escuchamos en la cadena SER, al admirado Haro Tecglen, el comentario sagaz sobre la hermandad de Juan Carlos con Hassan.
3 dic 2007
¿Por qué nos visitan?
Fui a Alemania para seguir un programa de aprendizaje del idioma.
Durante esos meses tuve experiencias enriquecedoras, tanto en compañía de la gente que conocí y cuya amistad seguí cultivando, como aquellas otras que se producen internamente a consecuencia de la obligada meditación durante los momentos de inevitable soledad.
Desde mi llegada, me extrañaba comprobar, que a partir de la seis de la tarde, hora de cierre del comercio, la ciudad se quedara tan solitaria. Incluso, salvo los sábados, en los bares sólo podías encontrar personas relativamente jóvenes, alguien me dijo que el motivo de todo esto era que a las personas mayores de cuarenta años les había quedado muy arraigada la costumbre del toque de queda que duró largo tiempo tras la Gran Guerra
Gran parte del casco antiguo de la ciudad se encuentra rodeado por el cauce del río, y a sus orillas un parque, jardín casi natural tan sólo manipulado lo imprescindible para el mantenimiento de caminos y la limpieza de hojarascas. Entre este conjunto y la ciudad antigua, en armonía con el bosque ajardinado, está la muralla natural. Entonces era una vereda de unos ocho metros de anchura, en la orilla externa limitada por un seto que protegía del peligrosu terraplen de unos veinte metros de altura. La orilla interna, la que daba al casco antiguo sin protección ya que decendía hacia las calles colindantes con pendinte más suave y con un menor desnivel.
En aquella tarde me sentía en uno de esos momentos de morriña. Había salido de la fábrica, el día estaba medio nublado, gris, en fin muy aparente para la melancolía. Pues bien, en estas circunstancias, solía ir pasear por la vereda de la muralla. Desde ella observaba los tejados de dos iglesias, una gótica, Gotishe Kirche, y la otra de nombre olvidado pero con la curiosidad de que está dotada del tejado más inclinado que yo he visto en mi vida, ante su visión siempre pensaba que cuando tuvieran que realizar algún trabajo de reparación en el tejado, tendrían que contratar a un alpinista. Desde la muralla se contemplaba también el edificio dedicado a cárcel, caserón muy antiguo de fábrica de sillería y con la rara particularidad de que debería ser la única cárcel del mundo sin rejas en las ventanas, claro en realidad estaba destinada a la pequeña y local delincuencia muy escasa en aquellos tiempos y parajes, no se algún que otro escandaloso borrachín de los que merodeaban por la estación del tren.
Después de mirar durante mi paseo a estos tres edificios, y hacerme las mismas reflexiones de siempre a saber: la inclinación del tejado, la antigüedad de la gótica y las rejas de la cárcel, viendo cómo caía la tarde como aparecían los primeros luceros Venus, Sirio…. me ensimismé en otro de mis temas favoritos, la existencia o no de los OVNIS. Tan abstraído estaba que tardé en darme cuenta de la presencia de otro paseante en mi misma dirección y muy próximo a mi.
Tras un pequeño sobresalto, reaccioné saludándole, mi acento le dio la pista, y sonriente dijo ¿Español?. Le contesté que si, pero que como estaba en Alemania para aprender el idioma, estaba obligado en hablar en alemán. El hombre sonriendo me dijo, que por favor le hablara en español, pues él el alemán no lo entendía. Contrariado por lo poco que me sirvió soltar tan bien la ensayada frase y sin dejarme objetar nada empezó la siguiente conversación;
- Le vengo observando desde hace unos cinco minutos -me dijo- y apostaría una buena cerveza de trigo a que estaba Usted pensando en asuntos relacionados con la Astronomía.
- Bueno admito su sagacidad, aunque puede que le haya sido fácil esta deducción al verme mirar hacia los puntos luminosos que empiezan a hacerse patentes en el cielo. En realidad pensaba en los OVNIS. Contesté
- ¡Interesante asunto!, a mi me apasiona- dijo- Soy de los que están plenamente convencidos de la existencia de los OVNIS, y consecuentemente de la presencia de extraterrestres entre nosotros
-Yo en cambio confieso mi escepticismo. No porque piense que somos la única civilización del universo, tan sólo me apunto a los que opinan que tanto económicamente como por estadística no merece la pena que otra civilización, desde luego muy lejana, gaste tantas energías en acercarse a nosotros sin motivo ya que realmente no contactan y lo que pudieran ser avistamientos son, aunque numerosos, frutos del azar.
Poniéndose muy serio, como dando a sus palabras una solemnidad inusual, me dijo:
-Por favor, atienda lo que voy a decirle. Desde antes de los tiempos históricos nos han visitado seres de una civilización muy avanzada, siempre la misma. Ya veo que Usted ha tratado el asunto, por lo que no le haré perder el tiempo con detalles de los vestigios que estas visitas nos han dejado. Tras de lo que le voy a relatar, pensará Usted que soy un pedante, pero no sería justa esta opinión. La clave de mi exposición está en el mayor descubrimiento de Darwin: “El mecanismo de la Evolución, la supervivenvia del más fuerte, del más preparado “
La vida en la tierra ha evolucionado desde el primer aminoácido formado en la sopa marina primigenia hasta el hombre por medio de los cambios, más o menos grandes, que experimentara aquel ser y le diera alguna ventaja sobre sus competidores. Esta ley deriva en la de la supervivencia del más fuerte, de esta ley no se frenó con la humanidad. Al contrario cada vez que una parte de la misma avanza en conocimientos que le dan más poder, la peligrosidad hacia sus competidores aumenta exponencialmente.
La vida en el sistema de origen de nuestros visitantes evolucionó con un principio diferente, no se produjo el instinto de supervivencia del más fuerte, por lo que esa civilización tan avanzada no ha sido nunca una amenaza para los competidores de su misma especie ni para las demás especies que conviven con ella.
Al descubrir la Tierra y su biología, detectaron un riesgo potencial para su propia supervivencia
Entonces la vida terrestre estaba cumpliendo el primer millón de años, diríamos que en su inicio, pero la avanzada civilización visitante, tenía suficientes medios para prever como sería el futuro. Supieron con exactitud que cuando llegaráramos a evolucionar hasta una civilización avanzada, capaz de saltar al espacio, y por lo tanto sentirse competencia de ellos, su civilización estaría amenazada. Decidieron venir periódicamente, para vigilarnos.
Tras estas últimas palabras, anduvimos un rato en silencio, ya había anochecido, me volví hacia mi interlocutor, para decirle que le invitaba a la cerveza de trigo que me había apostado pero había desaparecido. Me fui sólo a tomar cerveza, cuando estaba acabando la tercera, sentado en la mesa del bar, pensé - si en lugar de después hubiera sido antes la cerveza que el paseo pensaría que esta historia sólo era fruto de la rica bebida- Entonces me imaginé a Darwin diciendo socarronamente:
28 nov 2007
Quirino
7 nov 2007
La Brigada de Empuje
Aunque, posiblemente, individualmente ninguno de ellos fuera el de mayor fuerza física de la Fábrica, estoy seguro de que no se podría formar entre los indivíduos de la Compañía, otro grupo de cuatro hombres que les superaran en fuerza.
En los Juegos Deportivos Sociales, particular miniolimpiada de Fábrica Madrid, que todos los años celebrabámos antes de las vacaciones de verano, en la modalidad de tirar de la cuerda fueron insuperables. Todos los años se llevaron la medalla de oro. Recuerdo la ocasión en la que eliminaron a Aeronáutica, el equipo que les dio más guerra. El puntal de los aeronáuticos era Francisco Domínguez, más conocido por Paco el Largo, quien se ató a la cuerda para evitar soltarse y resistió los embites de los Chinchones mientras que sus compañeros agotados iban abandonando la cuerda, al final fue arrastrado, lo que no supuso humillación, ya que todos nosotros le felicitamos sinceramente.
Bueno me estoy yendo por las ramas, tengo que escribir sobre los Chinchones, a Paco ya le llegara su turno, pues con él sólo se podría llenar un libro.
La característica que destaco de Los Chinchones es la de constituir un verdadero equipo,nunca les veías deambular por separado, siempre en grupo, tanto desarrollando su labor como en los momentos de descanso en la fábrica o fuera de ella. Su aptitud en el movimiento de máquinas, muebles y demás enseres era incuestionable, no ya por lo bién que utilizaban su fuerza física sino tambíen por su evaluación de las posibilidades de ocupación de espacios. Viéndoles bajar una escalera transportando un banco de pruebas de baterías, podías negar el principio ese que dice que dos cuerpos no pueden estar al mismo tiempo en un punto del espacio. Las puertas se ampliaban milagrosamente cuando tenían que pasar por ellas una determinada máquina. Y en el manejo de la carretilla (El Fengüich), para Basilio no existían secretos. Sus funciónes no se limitaban al ámbito de Fábrica Madrid, iban a cualquiera de los centros de la compañía donde solicitaran sus servicios.
En esta gama entró la Rúsula relativamente abundante, pero con la particularidad de que la mayoría de los ejemplares tienen un sabor muy picante. Los que cogen esta seta suelen, antes de echarla a la cesta, pellizcarla para saborearla en crudo y rechazarla en el caso de ser de las picantes.
26 oct 2007
Silvestre
En el apartado del Cura, ya dije que en la Escuela también fue obligatoria la asignatura de Política. También se llamaba Formación del Espíritu Nacional. En realidad no conozco a nadie que creyera haber recibido algún beneficio de ninguna clase por haber recibido esta seudo formación.
Mi amigo el condiscípulo Xxxx, sacaba en esta asignatura unas notas excepcionales. Hace poco me confesó que contestaba a las preguntas como le venía en gana, pero que no olvidó nunca en la antefirma el saludo de “viva franco y arriba España”
En mi opinión, el Sr. Silvestre era un pobre diablo sin ninguna formación. Con el tiempo descubrí que trabajaba en una especie de almacén del frente de juventudes, donde se encargaba del material deportivo. Allí controlaba a quién se prestaba unos esquíes o una tienda de campaña. Me imagino que cuando la Escuela solicitó al organismo pertinente un profesor de política, en dicho organismo tiraron de la persona más desocupada.
Sus clases no tenían el más mínimo interés, y de hecho en mi curso nos turnábamos de dos en dos para entretenerle mientras que los demás se dedicaban a otros menesteres, incluso a asuntos que podíamos llamar positivos como pasar apuntes de otras asignaturas.
Siempre me extrañó en este personaje que nos tratase de Ud., en el primer curso éramos chavales de catorce o quince años, y él fue uno de los pocos profesores que lo hacían, la extrañeza estaba en que entre los falangistas no se usaba el Ud, por lo que en su caso era altamente contradictorio por partida doble.
En segundo curso, cierto día llegó el Sr. Silvestre sin su sonrisa bobalicona, estaba muy serio, y preguntó muy ceremoniósamente: ¿conocen Udes. La Ley X?. Por lo visto era una de las que el Régimen denominaba como Fundamentales. Nosotros nos mirábamos desconcertados y negábamos ingenuamente su conocimiento. Silvestre muy indignado nos echó una bronca fenomenal. Para él era insólito que unos estudiantes que aspiraban a ejercer puestos de responsabilidad en el futuro, desconocieran, en el presente, una ley tan importante. Después de más de diez minutos de aguantar el rapapolvos, Fernando Matey le pidió, con amanerada humildad, que nos explicara la Ley para no volver a caer en tan imperdonable ignorancia. De forma inmutable Silvestre contestó que de acuerdo, que en ese momento él no recordaba bien la Ley pero que para la próxima clase se la traería preparada.
Parrondo
Tenía Parrondo una salud precaria, era bastante miope, por su basta sordera se veía obligado a usar sonetone, llevaba un chaleco ortopédico, y lo que más destacaba de su personalidad era su gangosidad, lo que era motivo de imitaciones y burlas. Yo llegué a creer que era gangoso porque a los demás nos oía como gangosos, de hecho en algunas ocasiones, cuando yo hablaba con él lo hacía imitándole gangoseando nunca tuve quejas de él por ello
Cuando empecé a escribir sobre Parrondo me dije “vaya mina”. Las anécdotas que sobre este compañero se contaban eran numerosísimas, he llegado a pensar si no eran leyendas fabriles, a la manera de lo que se llama leyendas urbanas. Por eso me he propuesto contar solamente lo que yo se de primera mano por haber sido testigo de ello
En cierta ocasión estábamos al sol varios compañeros fumando un cigarro, esperando el toque de sirena para empezar el trabajo de la tarde. Vimos aparecer a Parrondo y al amigo Blázquez, de Compras, se le ocurrió que cuando llegara a nosotros Parrondo, gesticuláramos como si estuviéramos conversando pero sin emitir sonido alguno. El fin de la broma era hacerle creer que su sonetone se había quedado sin pilas. Así se hizo, el aparato constaba de tres partes diferenciadas, el pingajillo de la oreja, el cable y la cajita con los mecanismos la cual a llevaba situada en el pecho por debajo de la camisa. Al no oírnos metió la mano por debajo de la camisa para girar el mando del volumen, al no obtener resultados positivos empezó a golpear la cajita con bastante mal humor, hasta que alguno de nosotros no pudo contener la risa. Por supuesto empezó a insultarnos no olvidándose de nuestros progenitores
Era Vox Populi que Parrondo había ejercido con eficacia la labor de Presidente de su comunidad de vecinos e incluso de su mancomunidad. Se decía que era muy conocido en organismos oficiales y sobre todo en las oficinas del Canal de Isabel II, donde se le temía por los escándalos que acompañaban a sus protestas. De hecho se decía que cuando aparecía en cualquier cola donde iba a realizar alguna gestión, si el responsable del negociado se daba cuenta, mandaba a por él y le atendían lo más rápidamente posible para evitar que soliviantase a los pacientes ciudadanos que esperaban la cola.
Basado en esto le planteé un problema que teníamos en mi Comunidad. Resultó que las cámaras del supermercado del bloque hacían un molesto ruido que impedía el sano descanso nocturno de los vecinos del primero. El dueño del establecimiento no se venía a razones. Parrondo me dio la solución aconsejándome la realización de la denuncia en el organismo adecuado. El problema de nuestra conversación estuvo en que el final de su exposición no lograba yo entender. “ieenen e oner una apa de ocho” . Entendí que tendrían que poner debajo de las cámaras una capa de ocho, y le preguntaba ¿de ocho qué? ¿Hojas, milímetros o qué?. Parrondo repetía una y otra vez lo mismo, yo sinceramente no entendía, él se enfadó violentamente, y al fin comprendí que se refería a una capa de corcho. Me disculpé y cuando solucionamos el problema fui a contárselo con agradecimiento lo que le agradó mucho
La máquina de café
Tanto era así que en mi primera época como responsable de Experimentación Acumuladores, recuerdo que la máquina de café se convirtió en punto de encuentro con mi jefe el Sr. Gallego. Éste era un gran hombre, y un hombre grande, medía dos metros de altura creo que en toda la historia de FEMSA nadie superó este record, pero si digo que era un gran hombre es por que su humanidad superaba con creces a su altura.
Desarrollos, entonces se llamaba Dirección Estudios y Proyectos, estaba situado exteriormente a la fábrica en la esquina de las calles Argos y Albarracín pero Experimentación Acumuladores se ubicó en el extremo opuesto de la fábrica limitando con la calle Albasanz. Cada vez que Gallego me tenía que comunicar algo en persona, yo debía atravesar la fábrica. Gallego se apiadó de mí y siempre que era posible me citaba en una máquina de café situada a mitad de camino. Me invitaba a un café y me trasmitía las novedades, él doblando el espinazo y yo estirándome lo que podía. Esta situación, un tanto cómica, era después motivo de burla, muchas veces oí aquello de; el punto y la i.
Todos recordaremos las veces que la máquina de café se tragaba nuestro dinero sin cumplir con su misión, nos cabreaba cuando por fallo no salía el vaso y veíamos como se perdía nuestro café, o cuando no nos daba el cambio y aunque el personal encargado de su mantenimiento nunca se negaba a resarcirnos de las pérdidas, tenías que estar pendiente de hacer la reclamación cuando dicho personal venía a cargar la máquina, lo que complicaba la reclamación por lo que la mayoría de las veces se daba por perdida la consumición.
He de decir, no sin rubor, que en cierta ocasión, la máquina situada en Desarrollos se quedó con la puerta a medio cerrar, y con tan sólo meter la mano por la rendija se accedía a un botoncito que ponía en marcha el mecanismo expendedor, invité con este procedimiento a unos cuantos colegas.
De todas formas lo que voy a contar a continuación es el verdadero motivo que me ha inducido a tratar a la Máquina de Café como un personaje de la gran familia:
Fue un año de la década de los setenta, por algún motivo, quizás alguna homologación de baterías, tuve que quedarme a trabajar en agosto, y coger las vacaciones en septiembre. Mi colega Antonio Jimeno también se vio en las mismas circunstancias.
Resultó que la ambulancia del botiquín se había quedado sin batería por segunda vez en pocos días, y el responsable del servicio vino a pedirme ayuda. La vez anterior solucionamos el problema cargando la batería
Le comuniqué a Antonio que me iba al Botiquín, por si alguien preguntaba por mi, aunque añadí que como tenía que buscar el motivo de la descarga de la batería no estaría demás que me acompañara, ya que entre los dos podríamos buscar mejor el posible cortocircuito o el consumo eléctrico no deseado.
Me dijo que como ya había pasado la primera semana de agosto nuestra máquina de café, la de Desarrollos, estaba vacía, y que sin el café de la mañana él no podía pasar por el WC, llevaba ya cuatro días con molestias intestinales.”Te acompaño a solucionar el problema de la ambulancia y de paso que en el Botiquín me den algo para solucionar lo mio”
Llegamos al botiquín, yo saque un polímetro para buscar la avería y en ese momento apareció un operario de la tercera planta con un vaso de café en la mano, Jimeno le preguntó ¿De dónde has sacado ese café?, de la máquina que hay en Mto contestó el operario. Jimeno se fue corriendo, volvió a los quince minutos, diciendo con una cara de satisfacción: Ya he cagado. Yo le dije: Ya he encontrado la avería, resulta que debajo de la camilla hay un piloto que se ha quedado conectado.
Volvimos a Desarrollos contentos de haber cumplido nuestros deberes. Desde entonces tuve un gran respeto por la máquina de café y me juré que aunque otra vez se dejaran la puerta abierta no volvería a timarla.
Don José, el Polaco
Antes de la invasión nazi, era Catedrático de Historia Polaca, rector de Universidad, no se si la de Varsovia.
Era un hombre profundamente religioso, católico, motivo por el cual aún siendo un héroe luchador contra los invasores de su país, pasó a ser del bando opositor al régimen establecido en Polonia tras la guerra.
Los partes de clase
Imponía el orden cuando faltaba un profesor. ¡ Méeejuto a pasilio !
Recogía el enterado de las mismas.
Se encargaba del material…
Ni Don José se libró, de ser víctima de nuestras bromas: En clase de Prácticas de Electrónica, bajo la dirección del mayor de los hermanos Valero, montamos una pequeña emisora de radio, dos de nosotros se fueron al despacho de Dn. José, con una radio a transistores, asegurándole que por una emisora local estaban hablando de él. Desde la clase de electrónica emitimos un comunicado hablando de Dn José contando alguna de sus hazañas. No recuerdo que pasó cuando se dio por enterado de la farsa
Itero mi gran respeto hacia este hombre, por eso me sentí muy mal el día que le fallé, por la cara que puso pienso que a él, mi fallo, le sentó peor. Resulto que en el año 1960 le pedí permiso para faltar un par de días, habían venido mis primas y sus maridos de Francia a pasar unas vacaciones. Me comentó si podían hacerle el favor de llevar un paquete a Francia para su hijo que residía en París. Yo lo consulté y mis familiares me dijeron que si. Dn. José me preparó un paquete monumental, fundamentalmente compuesto de ropa. Cuando lo vieron mis primas se negaron a llevárselo y yo se lo devolví a Dn. José muerto de vergüenza al soportar la frase equivalente a lo prometido es deuda.
Enfermó de cáncer, el final de su vida lo pasó ingresado en un sanatorio por Valdelatas, nunca le faltó una visita de los aprendices, y cuando murió fue enterrado en el cementerio Polaco de Paris. Hasta la frontera francesa acompañaron al coche fúnebre, y a su hijo, los compañeros Antonio Pérez Gutierrez, Enrique Navarro y Julian Moreno, aunque calladamente, siempre les he agradecido este acto de representación de toda la Escuela.
Don Julio, el Cura
A los curas de hoy en día no los conozco, no trato a ninguno, quizás por aquello de que ya no abundan. Por entonces, a mis catorce años los curas formaban parte de una elite distante, a los que tratábamos con mucho respeto, mejor dicho que se hacían respetar. Cuando por mi barrio, El barrio S. Pascual, aparecía algún cura los chavales teníamos la costumbre de dejar el juego y corríamos a besarle el crucifijo que pendía de su cinturón o en su defecto la mano.
El Cura Julio no tenía ese corte. Nos trataba en un plano de igualdad, dentro de un orden.
En otra ocasión, en clase, estaba Dn. Julio fumando, se dio cuenta que no había cenicero encima de la mesa, al hacer el gesto de “qué hago con la colilla?, un alumno de la primera fila le dijo “tírela al suelo” Don Julio contestó “tirar una colilla al suelo está tan feo como tirarse un pedo”. Aquello nos pareció insólito, un cura empleando palabras tan inusuales en los de su oficio.
El cura se mereció toda nuestro afecto, por supuesto también mi admiración. So soy uno de los muchos alumnos de la Escuela que fuimos casados por Don Julio.
Un borrón: Al principio, la Escuela exigía que la Religión puntuase como una asignatura más, por lo que, que yo sepa, se cometieron dos injusticias difícilmente tolerables con los compañeros Salas de la primera promoción y con Eugenio Giménez de la tercera.
El primer curso de la Escuela, denominado Preparatorio, era selectivo. Al final del curso se podía pasar al grupo de oficiales, donde se nos preparaba para desempeñar un oficio, o al grupo de técnicos donde la preparación se dirigía a conseguir los futuros mandos intermedios de la Compañía.
Para conseguir plaza en el grupo de técnicos se exigía que en Junio se tuvieran todas las asignaturas aprobadas y la media aritmética de todas ellas debería ser superior a siete puntos.
Los compañeros Sala y Jiménez cumplían de sobra la segunda condición a pesar de llevar suspensa la asignatura de religión. Pero esto les impidió estudiar en en el grupo de técnicos.
Con el tiempo, en conversación privada, Dn. Julio manifestó que esos dos casos los llevaba clavados en su debe.
Don Alfredo Cerrolaza
Don Alfredo Cerrolaza fue el primer director de la Escuela, ¿el fundador?, los que fuimos Aprendices de la Escuela, creemos que este es el título que se merece, aunque se le podrían otorgar otros:
Padrazo Algunos responsables de fábrica le criticaban por su actitud protectora con nosotros. Lo descubrí durante mi primer viaje de trabajo, lo realicé siendo aún aprendiz de la Escuela, debió ser en el año 62. FEMSA había adquirido una fábrica de baterías situada en Cornellá, por lo que se creó dentro de Dirección Estudios y Proyectos el departamento de Desarrollos de Baterías y a mi me destinaron al departamento del Laboratorio de Ensayos de Baterías. Con buena lógica, el director de Desarrollos pensó que para poder desempeñar mi labor debería empezar por conocer la fabricación del producto, es decir pasar una temporadita en la fábrica de Cornellá. El Sr. Cerrolaza tuvo que dar su permiso, yo pertenecía a la Escuela y además era menor de edad. Durante mi estancia en la fábrica de Cornellá no recuerdo nada digno de contar, pero de mi tiempo libre en Barcelona puedo decir que fui atendido en todo momento por el responsable de la Filial, el Sr. Nadal y su sobrino Emilio Guilera, hasta en los detalles más increíbles, el hotel Covadonga, donde me alojaba, estaba situado junto a la Filial, sólo les faltaba venir a darme las buenas noches cuando me iba a la cama. Extrañado de tan magnífica atención le pregunté a Nadal si con todos los visitantes era tan atento, antes de contestarme me preguntó a su vez si yo era familiar del Sr. Cerrolaza, al contestarle que no, me dijo “Pues es extraño, parece tu padre, no veas lo preocupado que está por lo que pueda pasarte en esta gran urbe, me ha pedido encarecidamente que te cuide como a un hijo”
Docente. Los de las primeras promociones tuvimos la suerte de tenerle como profesor. Más adelante ocupó un alto cargo en el Ministerio de Trabajo y su labor en la Escuela se vio muy disminuida dejando la función docente. Repito lo de la suerte porque sus clases tenían un valor enorme, teniendo en cuenta que la misión fundamental de la Escuela era la formación de personas destinadas a funciones técnicas, por lo general, las asignaturas de letras se las consideraba de menor valor (marías), idea contra la que Cerrolaza luchó con ahínco haciendo todo lo posible para que sacáramos el gusto por la cultura en general, y sobre todo para que no nos conformáramos con acabar en la Escuela y a trabajar a Fábrica. Él nos inculcó seguir estudiando, gracias a lo cual, muchos ex-alumnos de la Escuela gozan de un título universitario. Algunos empezamos el bachillerato tras acabar en la Escuela, por supuesto con el bagaje de conocimientos adquiridos en la misma pasamos el bachiller en menos de tres años, la asignatura que se nos atravesaba era el Latín, pero hasta en esto pudimos contar con la ayuda de Don Alfredo, por las tardes después de la jornada laboral nos daba clase de la Lengua Madre, de estas clases guardo un grato recuerdo y es que una asignatura que nos repugnaba, con él aprendimos a sacarle gusto, aprovechando que nuestra formación, técnica, muy basada en el razonamiento y menos en la memoria, descubrimos la gran racionalidad del Latín.
Culto. Durante mis años de Escuela, los aprendices considerábamos unánimemente al Sr. Cerrolaza como la persona más culta que conocíamos. Yo lo sigo creyendo, no me he tropezado con nadie con unos conocimientos tan extensos, es licenciado en Derecho, ¿alguien conoce algún abogado capaz de resolver en la pizarra una integral volumétrica? Los de la tercera promoción si, el Sr. Cerrolaza. En tercer o cuarto curso nos dio una asignatura que se llamó Relaciones Humanas, en realidad se podía haber llamado “Bombardeo de Ideas” no teníamos texto que seguir, no había exámenes que pasar, en cada clase llegaba Cerrolaza empezaba a hablar y nosotros a escuchar, quizás las clases que impartían los filósofos griegos fueran así. Dos ejemplos de cómo se impartía la asignatura:
-Una vez nos dijo que para él la mejor poesía en lengua castellana era Canto a la Inmortalidad de Rubén Darío,añadiendo que ante la muerte en Madrid de uno de los grandes literatos de la época, siento haber olvidado el nombre, la noticia llegó al final de la tarde a Buenos Aires, y allí el director del diario ¿”El Clarín”?, maldita memoria puede que fuera otro periódico, ordenó a sus subordinados que buscaran por todos los garitos a Rubén Darío para encargarle la editorial sobre el duelo. Le encontraron ebrio como una cuba. (El final de la vida de Rubén estuvo marcado por el alcoholismo, de esto me enteré más tarde), le dieron la noticia y le dejaron abandonado con papel y pluma, recostado sobre la mesa, en uno de los despachos del periódico, olvidándose de la idea original de encargarle del canto de elogio hacia el finado. Salieron con otra solución para el evento. A la mañana siguiente alguien se acordó de Rubén, fue al despacho y lo encontró durmiendo la borrachera tal y como le habían dejado unas horas antes, pero ¡ojo! Delante de él había un folio escrito, era El Canto a la Inmortalidad.
-Un compañero de curso, Juan Demetrio Sastre, empezó a interesarse por un tema muy de la época, la Tauromaquia, se leía todo lo que de este asunto caía en su poder, cada día llegaba a clase y nos contaba los últimos conocimientos que de los toros había adquirido, nosotros bromeábamos llamándole pesado y otras cosas, hasta que a alguien se le ocurrió que podríamos poner a prueba a Cerrolaza, planteándole alguna pregunta taurina para que no fuera capaz de responder. Así se hizo, no recuerdo que tema taurino le planteó Sastre, si recuerdo que Cerrolaza contestó ampliamente demostrando que sus conocimientos superaban ampliamente a los de las fuentes en las que había bebido Sastre.
22 oct 2007
FEMSA GRAN FAMILIA
La estructura familiar no se quedó en las altas jerarquías, descendió hasta los puestos más bajos, y para bien o para mal, este modo de sentir fue más patente en los integrantes de la Escuela de Aprendices
En la Gran Familia nadie le negó el título de Abuelo a Don Emilio y los nietos, por supuesto, éramos los aprendices de la Escuela, título que nos ha acompañado siempre, a veces como una losa, ya que con bastantes años encima, teniendo nuestros propios hijos e incluso desempeñando en la Fábrica puestos de responsabilidad, los más veteranos seguían tratándonos como los Chavales de la Escuela. Todo antiguo alumno de la Escuela sentía esta sensación mientras permaneciera en Fábrica Madrid. Siempre me ha molestado este particular tratamiento, aunque ahora, después de pasar doce años trabajando fuera de Madrid y después de jubilarme lo recuerdo con nostalgia y ¿por qué no decirlo? con cariño y quizás con cierto orgullo.
En tiempos de la Escuela toda nuestra vida estaba plenamente centrada en la Fábrica, diariamente las cinco horas lectivas, tres horas de aprendices en taller, una hora de comida en el bar Comedor o haciendo buen tiempo comiéndonos el contenido de la tartera tumbados en la hierba aledaña al campo de Jockey, a partir de las seis de la tarde tres días a la semana entrenamiento en nuestro deporte preferido, o jugando al ajedrez o al pimpón en el club Deportivo y en épocas de examen nos quedábamos en clase repasando incluso velando. ¿Y los domingos? Toda la mañana en el Campo de Deportes donde no faltaba un par de partidos de cada una de las disciplinas de Fútbol, Balonmano, Jockey, y en su tiempo Baloncesto. Por la tarde nos citábamos los del curso para ir a la discoteca o al cine o a guateques de propia organización. El pasar las horas de ocio juntos siguió después de acabar la Escuela al crear la Asociación de Antiguos Alumnos. Las relaciones de los alumnos de cada promoción sobrepasaron en mucho las normales de compañeros de clase, nuestro lazos de unión son los de verdadera amistad, no me atrevo a decir hermandad por puro rubor. Estos lazos permanecen hasta ahora entre muchos de nosotros, pero además en los casos en los que se ha perdido el contacto, por aquello de las vueltas que da la vida cuando por esas mismas vueltas volvemos a coincidir, puedo asegurar que nos entusiasmamos recordando tiempos pasados, nos contamos una y otra vez aquellas anécdotas vividas durante el tiempo de la Gran Familia, hay que reconocer que a nuestras mujeres, a veces, les tenemos que oír decir aquello de que qué pesados, siempre el mismo rollo .
Estas relaciones de compañerismo y amistad no son exclusivas de la Escuela, en mi opinión, este estilo o manera de ser lo exportamos desde la Escuela a la Fábrica cada uno a nuestra sección o departamento de tal forma que en la actualidad existe una verdadera red creada por lazos afectivos entre gente de FEMSA,(sea de la Escuela o no).
Toda familia está compuesta de miembros, por supuesto la Gran Familia no fue una excepción, me propongo en este Blogg, FEMILIA (compuesto de FEMSA y Familia), aportaciones con mis recuerdos sobre algunos de los considero miembros destacados.
Mi postura personal ante este fenómeno la resumo en pocas palabras: Siento un cierto orgullo por pertenecer a la Gran Familia, considerándola como un grupo de personas, unidas emotivamente a un nivel de igualdad. Desde el principio, quizás intuitivamente, no consideré miembros de este grupo a la más alta jerarquía de la Empresa, con la excepción de Lorenzo Caprile. El tiempo me dió la razón en el momento de la venta a RB de la Compañía, con personas y todo. A muchos entonces se les vino el mundo abajo. Con el tiempo hemos de reconocer que salimos ganando al pasar de un sistema paternalista a otro basado en relaciones profesionales pero no exentas de humanidad. Y lo que es mejor muchos compañeros de la antigua BOSCH forman ahora parte de nuestra familia
Con gusto incorporaré, sin ningún tipo de censura, las aportaciones y comentarios que tengais a bien hacerme llegar.