Quirino San Frutos, un hombre entrañable.
Durante su infancia sufrió una enfermedad que le dejó como secuela la pérdida del sentido del olfato, quizás como compensación fue dotado de un gran sentido del humor que se manifestaba por esa chispa de ironía que escasea entre la gente.
Me contó que antes de trabajar como mozo en Desarrollos, había sido operario en Fundición. Accidentalmente un día salió ardiendo por la espalda el mono de trabajo que llevaba puesto. Al carecer de olfato no se dio cuenta del peligroso momento que atravesaba hasta que sintió en su carne la mordedura del fuego. Con buen criterio la Dirección decidió cambiarle de puesto y así es como cayó en DEP en donde se encargaba de tareas de limpieza o de realizar recados como transporte de pequeños materiales etc.
Con nosotros, Acumuladores, solía pasar algunos ratos a la hora del bocadillo, contando chascarrillos y jamás molestándose cuando decíamos aquello de ¿Donde está Quirino? -contestando inmediatamente - Debajo de la boina
Fue en el año 1966 (más o menos), no corrían buenos aires, llevábamos algún tiempo con los salarios prácticamente congelados. Entonces se pasó un escrito recogiendo firmas pidiendo a Don Emilio que revisara nuestros sueldos ya que nos estábamos quedando por debajo de los de nuestro entorno. Yo lo firmé y lo llevé para que lo firmaran los de mi entorno, por cierto que con algunas dudas, pues aunque el fondo me parecía justo, la redacción dejaba mucho que desear, en mi opinión era muy servil, casi rastrera.
Al ser la primera vez que la plantilla sacaba los pies del tiesto, el asunto le sentó a la Dirección muy mal. Que yo recuerde tomaron dos medidas:
La primera medida pretendía ser informativa en cuanto a la contestación del escrito. Se colocó una vitrina en el Comedor, con una serie de alimentos que la mujer de Don Emilio había comprado, (decían), en el mercado a un precio tal que hasta para el salario mínimo de la Empresa era una ganga. No he borrado de mi memoria el aspecto que tenía un trozo de carne de falda de vaca de color negruzco que se encontraba en la vitrina. Por supuesto la muestra produjo el efecto contrario al que se quería obtener. Alguien dijo que hubiera tenido más éxito si aquella bazofia se la hubiera comido en público quien la compró y su familia.
La segunda medida fue represiva. A todos los veteranos de entonces, que hubieron firmado la petición, se les entrevistó en Personal, y durante un tiempo se les retiró una prima voluntaria de la que gozaban por ser veteranos.
Por esta medida represiva, se agigantó mi admiración y respeto por el buen Quirino. Resultó que durante la entrevista que sostuvo con el jefe de personal, ¿Santamaría?, se le preguntó - ¿Cuanto cree que sería justo, que debería ganar usted mensualmente?.- Quirino no solía contestar directamente, en esta ocasión dijo - Exactamente yo no se cuanto debería ganar, pero pienso que el salario máximo en España no debería ser nunca mayor de cuatro veces el mínimo - No se el orden de los salarios de aquella época, pero supongamos que Quirino ganaba entonces 4.000pts al mes, Santamaría le dijo con sorna - Si usted gana 4.000pts al mes ¿entonces cree usted que Don Emilio debería ganar tan sólo 16.000pts?- Quirino no se cortó un pelo y contestó. - No señor, Don Emilio debería ganar mucho menos, él no es primer ministro
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