6 mar 2020

Menos botellas de plástico y más botijos

Allá durante la séptima década del vigésimo siglo de la era cristiana, en FEMSA teníamos un botijo en cada departamento. Los aprendices estábamos encargados de mantenerlos con agua.

Cuando se rompía se compraba a escote otro junto con 1/4 litro de anis de la Alcoholera de Chinchón. La primera agua que recibía se anisaba con el Chinchón y se mantenía durante por lo menos 24 horas con el fin de que el botijo perdiera el sabor a barro que transmitía al agua. Yo consideraba a esta operación como el bautismo con el que se redimía ese pecado original llamado sabor a barro.

Periódicamente FEMSA recibía la visita de un inspector de FIAT, nuestro principal cliente, quie era enemigo de los botijos pues les acusaba de antihigiénicos, a este inspector se le bautizó con el apodo de Comodore Botijo, y a los aprendices se nos encargó la misión de esconder los botijos el día anterior al de su visita

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