Lo
folletos de instrucciones
Hace bastantes años, durante
mi época laboral en la fábrica de Guardamar, recibimos la visita de un
empresario egipcio con su secretaria-intérprete, él solamente hablaba en árabe.
Su empresa se dedicaba a la venta de recambios
del automóvil en todo el norte de África, (además de otras actividades). La visita
correspondía a una invitación del departamento comercial de VARTA hacia tan importante
cliente.
Le recibimos en la sala de reuniones,
nos sentamos alrededor de la gran mesa el egipcio, el director y cuatro directivos
de la fábrica y el comercial de VARTA. De pie y detrás del cliente su
secretaria con el clásico pañuelo en la cabeza.
En la reunión el egipcio fue
el protagonista casi exclusivo, pues sacó de su cartera varios voluminosos
álbumes de fotografías mostrando su mansión, un casi palacio con mármoles por
todos lados y jardines alrededor.
También de sus fincas dedicadas a la agricultura asegurándonos que su
producción de tomates y frutales era de las más importantes de África, parecía
como si los clientes fuéramos nosotros y no él.
Tras esta introducción, nos
dirigimos a las líneas de producción y al llegar a las de acabado, nuestro
invitado quedó muy impresionado observando al robot de paletizado, que es el
punto final de la fabricación, y justo en el puesto anterior se realiza el
etiquetado de las baterías y la colocación de los cubrebornes, piezas protectoras
de los mismos para evitar cortocircuitos o golpes. En el interior de uno de
ellos, en las baterías destinadas al mercado de recambios, se sitúa el folleto
de instrucciones sobre el montaje de la batería en el vehículo así como
consejos de seguridad y reciclaje. Todo ello en un montón de idiomas, de tal
forma que la hoja desplegada es enorme y aunque el papel es el denominado “de
biblia”, yo siempre pensaba que me gustaría visitar al proveedor del mismo para
ver trabajando a la máquina plegadora. Pensando en esto miré a la cara al
cliente y cogiendo un folleto lo desplegué localicé la parte escrita en árabe y
se la mostré pidiéndole su opinión sobre el texto. Apenas lo miró sonriente y
me dijo: Es ilegible sin la ayuda de un espejo, lo que está impreso es la imagen
reflejada.
Esa misma tarde informé del asunto a Marketing central en Hannover, quienes en pocos días
corrigieron el entuerto con ayuda de uno de los consulados de países de habla
árabe.
Llevábamos años incluyendo folletos
erróneos en todas las baterías para el mercado de recambios fabricadas en las
diversas factorías de la compañía, no puedo calcular la cantidad de estos
documentos erróneos que se colaron en el mercado, no exagero si digo que la
cifra superaría en mucho al par de decenas de millones y ni una sola reclamación.
Conclusión los folletos de instrucciones no lo lee ni quisqui.
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