26 oct 2007

La máquina de café

No crea el lector que me inspiro en el programa de la TV “Cámara Café”, en verdad creo que el artefacto merece un lugar entre los personajes de la gran familia. Ha sido el punto de encuentro durante las pausas y en algunas ocasiones incluso punto de continuidad del trabajo, a veces teníamos que decir, o nos decían, “Deja ese asunto, estamos en el momento de pausa, prohibido hablar del curro”.
Tanto era así que en mi primera época como responsable de Experimentación Acumuladores, recuerdo que la máquina de café se convirtió en punto de encuentro con mi jefe el Sr. Gallego. Éste era un gran hombre, y un hombre grande, medía dos metros de altura creo que en toda la historia de FEMSA nadie superó este record, pero si digo que era un gran hombre es por que su humanidad superaba con creces a su altura.
Desarrollos, entonces se llamaba Dirección Estudios y Proyectos, estaba situado exteriormente a la fábrica en la esquina de las calles Argos y Albarracín pero Experimentación Acumuladores se ubicó en el extremo opuesto de la fábrica limitando con la calle Albasanz. Cada vez que Gallego me tenía que comunicar algo en persona, yo debía atravesar la fábrica. Gallego se apiadó de mí y siempre que era posible me citaba en una máquina de café situada a mitad de camino. Me invitaba a un café y me trasmitía las novedades, él doblando el espinazo y yo estirándome lo que podía. Esta situación, un tanto cómica, era después motivo de burla, muchas veces oí aquello de; el punto y la i.

Todos recordaremos las veces que la máquina de café se tragaba nuestro dinero sin cumplir con su misión, nos cabreaba cuando por fallo no salía el vaso y veíamos como se perdía nuestro café, o cuando no nos daba el cambio y aunque el personal encargado de su mantenimiento nunca se negaba a resarcirnos de las pérdidas, tenías que estar pendiente de hacer la reclamación cuando dicho personal venía a cargar la máquina, lo que complicaba la reclamación por lo que la mayoría de las veces se daba por perdida la consumición.
He de decir, no sin rubor, que en cierta ocasión, la máquina situada en Desarrollos se quedó con la puerta a medio cerrar, y con tan sólo meter la mano por la rendija se accedía a un botoncito que ponía en marcha el mecanismo expendedor, invité con este procedimiento a unos cuantos colegas.

De todas formas lo que voy a contar a continuación es el verdadero motivo que me ha inducido a tratar a la Máquina de Café como un personaje de la gran familia:
Fue un año de la década de los setenta, por algún motivo, quizás alguna homologación de baterías, tuve que quedarme a trabajar en agosto, y coger las vacaciones en septiembre. Mi colega Antonio Jimeno también se vio en las mismas circunstancias.
Resultó que la ambulancia del botiquín se había quedado sin batería por segunda vez en pocos días, y el responsable del servicio vino a pedirme ayuda. La vez anterior solucionamos el problema cargando la batería
Le comuniqué a Antonio que me iba al Botiquín, por si alguien preguntaba por mi, aunque añadí que como tenía que buscar el motivo de la descarga de la batería no estaría demás que me acompañara, ya que entre los dos podríamos buscar mejor el posible cortocircuito o el consumo eléctrico no deseado.
Me dijo que como ya había pasado la primera semana de agosto nuestra máquina de café, la de Desarrollos, estaba vacía, y que sin el café de la mañana él no podía pasar por el WC, llevaba ya cuatro días con molestias intestinales.”Te acompaño a solucionar el problema de la ambulancia y de paso que en el Botiquín me den algo para solucionar lo mio”
Llegamos al botiquín, yo saque un polímetro para buscar la avería y en ese momento apareció un operario de la tercera planta con un vaso de café en la mano, Jimeno le preguntó ¿De dónde has sacado ese café?, de la máquina que hay en Mto contestó el operario. Jimeno se fue corriendo, volvió a los quince minutos, diciendo con una cara de satisfacción: Ya he cagado. Yo le dije: Ya he encontrado la avería, resulta que debajo de la camilla hay un piloto que se ha quedado conectado.
Volvimos a Desarrollos contentos de haber cumplido nuestros deberes. Desde entonces tuve un gran respeto por la máquina de café y me juré que aunque otra vez se dejaran la puerta abierta no volvería a timarla.






JLMejuto

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