26 oct 2007

Parrondo

Parrondo era el responsable del almacén de papelería. De profesión encuadernador, y como responsable de su sección creo que era muy eficaz. De aprendiz varias veces fui por mandato de Don José a por el material de papelería, folios, cuadernos, bolígrafos etc.. Como no llevaras los vales con todas las firmas no había forma de que te despachara ni una simple mina para el compás. Además en Papelería estaba la máquina de copias a “ciclostil” esa máquina que en los buenos tiempos se llamaba “vietnamita”, por lo que Parrondo tenía que relacionarse con la mitad del personal de oficinas y por su rigidez se convirtió en el terror de las secretarias y de los aprendices. Nadie en la Escuela aceptaba con agrado estos encargos de Don José
Tenía Parrondo una salud precaria, era bastante miope, por su basta sordera se veía obligado a usar sonetone, llevaba un chaleco ortopédico, y lo que más destacaba de su personalidad era su gangosidad, lo que era motivo de imitaciones y burlas. Yo llegué a creer que era gangoso porque a los demás nos oía como gangosos, de hecho en algunas ocasiones, cuando yo hablaba con él lo hacía imitándole gangoseando nunca tuve quejas de él por ello

Cuando empecé a escribir sobre Parrondo me dije “vaya mina”. Las anécdotas que sobre este compañero se contaban eran numerosísimas, he llegado a pensar si no eran leyendas fabriles, a la manera de lo que se llama leyendas urbanas. Por eso me he propuesto contar solamente lo que yo se de primera mano por haber sido testigo de ello

En cierta ocasión estábamos al sol varios compañeros fumando un cigarro, esperando el toque de sirena para empezar el trabajo de la tarde. Vimos aparecer a Parrondo y al amigo Blázquez, de Compras, se le ocurrió que cuando llegara a nosotros Parrondo, gesticuláramos como si estuviéramos conversando pero sin emitir sonido alguno. El fin de la broma era hacerle creer que su sonetone se había quedado sin pilas. Así se hizo, el aparato constaba de tres partes diferenciadas, el pingajillo de la oreja, el cable y la cajita con los mecanismos la cual a llevaba situada en el pecho por debajo de la camisa. Al no oírnos metió la mano por debajo de la camisa para girar el mando del volumen, al no obtener resultados positivos empezó a golpear la cajita con bastante mal humor, hasta que alguno de nosotros no pudo contener la risa. Por supuesto empezó a insultarnos no olvidándose de nuestros progenitores

Era Vox Populi que Parrondo había ejercido con eficacia la labor de Presidente de su comunidad de vecinos e incluso de su mancomunidad. Se decía que era muy conocido en organismos oficiales y sobre todo en las oficinas del Canal de Isabel II, donde se le temía por los escándalos que acompañaban a sus protestas. De hecho se decía que cuando aparecía en cualquier cola donde iba a realizar alguna gestión, si el responsable del negociado se daba cuenta, mandaba a por él y le atendían lo más rápidamente posible para evitar que soliviantase a los pacientes ciudadanos que esperaban la cola.
Basado en esto le planteé un problema que teníamos en mi Comunidad. Resultó que las cámaras del supermercado del bloque hacían un molesto ruido que impedía el sano descanso nocturno de los vecinos del primero. El dueño del establecimiento no se venía a razones. Parrondo me dio la solución aconsejándome la realización de la denuncia en el organismo adecuado. El problema de nuestra conversación estuvo en que el final de su exposición no lograba yo entender. “ieenen e oner una apa de ocho” . Entendí que tendrían que poner debajo de las cámaras una capa de ocho, y le preguntaba ¿de ocho qué? ¿Hojas, milímetros o qué?. Parrondo repetía una y otra vez lo mismo, yo sinceramente no entendía, él se enfadó violentamente, y al fin comprendí que se refería a una capa de corcho. Me disculpé y cuando solucionamos el problema fui a contárselo con agradecimiento lo que le agradó mucho
JLMejuto

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