5 nov 2008

MANIPULACIÓN TELEVISIVA

En Pelayos de la Presa no todo el mundo puede ver con la calidad suficiente la cadena de televisión La Sexta, parece ser que depende de hacia donde se tenga dirigida la antena.
Esta cadena tiene esta temporada la exclusiva de la retrasmisión del partido de liga de los sábados.
Uno de mis vecinos, aficionado al fútbol, se lamentaba diciendo: “Como La Sexta es la cadena del PSOE, el Gobierno les ha concedido este privilegio…”.

No me molesté en rebatirle. Creo que la exclusiva se negocia con la Liga de Fútbol Profesional, pero su comentario me ha hecho reflexionar que lo ideal es que ningún medio de información sea propiedad de los partidos. El periodismo debe ser independiente de los partidos políticos, pero claro los propietarios de los medios de comunicación son libres para ponerse al servicio de quien les parezca o de quien les pague, siempre que este pago no se haga con el dinero de los contribuyentes.

Lo que es intolerable es que las cadenas públicas sirvan a los intereses de los partidos como pasa en la actualidad con Tele Madrid y con Canal 9 y pasó en el pasado con TVE cuando los informativos los dirigía Urdazi.

Sobre esta reflexión aconsejo la lectura del libro de Santiago Camacho titulado “CALUMNIA QUE ALGO QUEDA” del que extraigo un párrafo en donde se transcribe a su vez la opinión del catedrático de Derecho Constitucional Juan José González Encinar:
“Las respectivas funciones que en un sistema democrático corresponden a un partido político y a una televisión pública son de naturaleza esencialmente distinta. La primera función de un partido político consiste en intentar convencer a los ciudadanos de que la opción política que representa es la mejor de las opciones posibles.
Una televisión pública tiene exactamente la función contraria: no la de influir sobre la opinión en un sentido partidista, no la de decantar las voluntades, o los votos, en un determinado sentido, sino, por el contrario la de mantener abierto y libre el permanente proceso de formación de la voluntad popular. Siendo ello así, si es un partido político el que dirige y controla una televisión pública, ésta pierde, y llanamente su razón de ser”.

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