22 mar 2009

LA VIKI

La conocí hará unos cinco años, se trataba de una perrita de compañía a la que cuidaba con cariño un jubilado, mi consuegro Manolo.

Conviví con ella algún fin de semana que otro en Pelayos de la Presa y desde el primer día me cayó muy bien, quizás porque valoré muy positivamente su personalidad, no era una perra a la manera usual, pues aún comportándose muy correctamente, no era zalamera, su actitud hacia las personas no era de vasallaje, más bien teníamos un trato casi de igual a igual. Me recordaba el verso de una canción de Serrat, aquél que dice “…y no le vende al alpiste su color ni su canción…” [Como un gorrión]

El pasado año cumplió 16 años de edad, es una cifra que para un perro significa una edad muy avanzada, los Sambernardos tienen una esperanza límite de vida de 12 años, aunque este parámetro es en los canes inversamente proporcional a su tamaño, llegar a los 16 años en LA VIKI puede considerarse excepción.

No obstante se conservaba estupendamente, tanto es así que en el otoño anterior realizó tranquilamente el senderismo de subida al observatorio de aves rapaces del valle de Las Iruelas, cerca de una hora de subida continua con una considerable pendiente, ¡Qué me lo digan a mi!.
En ese mismo fin de semana protagonizó otro episodio extraordinario para su edad. Paseábamos por la tarde, con tiempo no apacible, por la orilla del Charco del Cura en El Tiemblo, cuando se posó sobre el agua, a unos 30 metros de la orilla un pato., los ojos de LA VIKI, afectados de cataratas, se percataron de su presencia, y digo yo que sacando de sus adentros su instinto cinegético corrió hacia la orilla, se metió en el agua y nadando hacia la palmípeda desobedeciendo los gritos que le lanzaba mi yerno. Creo que las salpicaduras de agua se aliaron con su defecto visual, debió de dejar de percibir la posible presa y se dio la vuelta.

Desgraciadamente el pasado año sufrió un drástico bajón. Se cansaba mucho, no la apetecía salir a la calle nada más que lo estrictamente necesario para que su cuidador usara la bolsita de plástico, dejó de controlar sus esfínteres, vomitaba la comida…
La veterinaria que la trataba dictaminó que su organismo tenía un deterioro generalizado y pronosticó un final a corto plazo: - Puede que dure una semana, un mes o como mucho dos meses, pero en ese tiempo va a sufrir, mi consejo es que la sacrifiquemos. Pensáoslo y ya me diréis…

La familia convenció a Manolo, mi consuegro, y LA VIKI fue inyectada con un somnífero que le produjo un plácido sueño, y en este estado recibió otra dosis mayor del mismo producto lo que abrió para ella la puerta de salida de la vida.

Poco tiempo después nos encontramos con nuestros consuegros para cenar. Mi yerno nos sugirió que tratáramos de que su padre no sacara como tema de conversación a LA VIKI. Y así lo hicimos, pero yo veía triste a Manolo y me quedé con las ganas de decirle: “Consuélate, LA VIKI ha pasado por la vida felizmente en tu compañía, y ha tenido una muerte digna, a la que quizás ni tu ni yo podamos aspirar, según la actual jurisdicción.

La primera vez que he visto la valla publicitaria de la SMICAR, con el cachorro de lince y el niño, con la absurda leyenda comparativa entre los derechos de los fotografiados, se me ocurre otro cartel, en el que apareciese LA VIKI y un enfermo terminal enganchado a una máquina que lo mantiene con vida artificial. La leyenda podría ser “ El perro tiene derecho a una muerte plácida y digna ¿Por qué se lo negáis al humano?”

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