Desde la primaria sabemos que España es la cuna de grandes inventores, entonces leíamos, en la enciclopedia Álvarez que el autogiro, precursor de los helicópteros, lo había inventado Juan de la Cierva, y que el primer submarino (1887) fue obra de Isaac Peral.
El submarino de Peral había tenido dos precursores (entre 1857 y 1868) en los Actinios I y II de Monturiol, aunque ambos fracasaron.
En mi primera época profesional en FEMSA, Ruiz Hizky (nunca sé si lo escribo bien), uno de los más queridos de mis maestros, que era un entusiasta de Torres Quevedo(1852-1936), consiguió que yo también fuera un fan del padre de la primera máquina (mecánica) jugadora de ajedrez, también de calculadoras, solucionó grandes problemas de los dirigibles, número uno mundial en diseño y construcción de transbordadores (su gran obra El Transbordador sobre las cataratas de Niágara).
Pero no es mi intención traer a colación a los grandes, ni siquiera a los medianos, los españoles inventores del bolígrafo, del chupachú, de la fregona, del taco de plástico para sujetar enseres a la pared....
Comentaré un invento mucho más modesto, pero no menos interesante.
Hace unos días en una emisora de radio entrevistaban a unos jóvenes, creo que cantantes, y uno de ellos se declaró nieto de un churrero y dijo que a su abuelo se le debe el invento de cortar las porras al bies, es decir sesgadas para dar sensación de mayor tamaño.
Si lo hubiera patentado se habría forrado con las cuotas de derecho de autor que los charcuteros se habrían visto obligados a pagar.
Y no sólo los cortadores de ibéricos, también el cocinero de la Cañada, restaurante de Guardamar del Segura, hubiera debido pasar por la caja de la sociedad de autores.
En La Cañada teníamos y deben tener todavía concertada la comida diaria para los currantes de la fábrica de baterías. Las rajas de pescadilla a la Romana que presentan a la mesa en esta cantina tienen una longitud considerable, un aspecto apetitoso, pero la decepción que siente el sufrido comensal, cuando las manipula con cuchillo y tenedor, es enorme al comprobar que la mayor parte de la porción es mera raspa central. En realidad el animalito vasallo de Poseidón es un pezqueñín con un diámetro de cuerpo muy pequeño, el corte sesgado es un verdadero engaño
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