11 may 2008

Mi maestro

En todos estos años he tenido una gran cantidad de maestros y profesores, si alguien me preguntara a cual de ellos recuerdo con especial cariño, no dudaría en contestar que a Don Rafael Astudillo.
Desde el 1950 hasta mi ingreso en FEMSA en 1958, estudié en el Grupo Escolar Calvo Sotelo del barrio marginal de San Pascual donde vivíamos. Más tarde se dieron cuenta que existía otro colegio con el mismo nombre y el mio pasó a llamarse Carlos V.
De estos casi nueve años, en más de la mitad última mi maestro fue Don Rafael.

Era un hombre con pleno conocimiento de su oficio, serio, en sus clases se trabajaba con disciplina pero sin temor, sus enseñanzas superaban con mucho los programas establecidos en la enseñanza primaria de entonces.

"Un Botón". Pensad en la época, plena dictadura. En la enciclopedia Álvarez, los dibujos anatómicos de la pareja humana carecían de genitales, pues bien, tendríamos entonces unos doce años, cuando una tarde empezó su clase con la frase: Ya sois mayorcitos, supongo que todos sabéis que a los niños nos los trae la cigüeña........La lección fue sobre la reproducción, empezando, por supuesto, desde la concepción.
"Otro Botón". La mayoría de los chicos del barrio estábamos destinados, al acabar el periodo escolar, a colocarnos donde buenamente se pudiera para poder contribuir al sostenimiento de la familia. Seguir estudiando era una quimera, pero esto no fue impedimento para que en el último curso Don Rafael se empeñara en prepararnos para hacer el Ingreso del Bachillerato. Gracias a esto Eugenio García Bravo y yo, pudimos realizar con éxito las pruebas de ingreso en la Escuela de FEMSA.
Durante los dos primeros años de FEMSA, Eugenio y yo hicimos alguna visita a Don Rafael. No se decir el motivo por el cual dejamos de hacerlo, seguramente fue porque cuando llegábamos a la clase, los alumnos se alborotaban.
Debió de haber pasado unos veinte años, cuando un colega de fábrica vino a verme. Me dijo que sus hijos asistían al colegio municipal del barrio de la Concepción, él era miembro del APA. En la última reunión uno de los profesores le preguntó si yo seguía en FEMSA, era Don Rafael, al que habían trasladado de colegio. Le dije que presentara a Don Rafael mis saludos cuando le viera. Me sentí culpable por no haber ido alguna vez a saludarle, y me prometí hacerlo cuanto antes.

Pero pasó algún tiempo sin cumplir la promesa. Me disculpaba diciéndome que me era difícil ya que el horario de trabajo interfería con el del colegio.
Al fin un día se presentó la ocasión. Tuvimos una regulación de empleo. Aquella mañana no se trabajaba. Me fui al colegio, llegué hasta la verja, los niños estaban en el recreo, me quedé mirándolos y se acercó un profesor muy joven que amablemente me preguntó si quería algo. Al decirle que visitar a Don Rafael, me dijo que ya no estaba en el colegio, que hacía unos meses que se había jubilado, pero que si necesitaba algo podía contar con él.
Le dije que no, que yo era un antiguo alumno de Don Rafael y tan sólo quería saludarle.
Me preguntó que de qué época estaba hablando, recuerdo su cara de asombro cuando le dije que hacía cerca de 25 años.Empezamos a hablar de mi Maestro y comprobé que el joven le tenía admiración.
Nos despedimos con un apretón de manos a través de la verja. Me sonó bien su comentario final: Mirando hacia los peques que seguían jugando dijo:
¡OJALÁ QUE DENTRO DE 25 AÑOS ALGUNO DE ÉSTOS VENGA PREGUNTANDO POR MI!


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tambien fui alumno de D. Rafael "Astutillo" le llamábamos en la Concepción, donde impartía magistralmente clase de matemáticas, imponía su respeto pero era cariñoso y cordial con los alumnos.
Cuando abandoné el Colegio en 1977 le perdí de vista para siempre aunque le recuerdo como uno de los mejores maestros que tuve.
Hay una calle que se llama así, ¿tendrá algo que ver con él? Estaría bien...

JLMejuto dijo...

No se nada de la calle.
El pasado año contacté con su hijo quien me informó que su padre había fallecido hacía 20 años
Me alegra saber que alguien ¿por qué anónimo? coincida conmigo en la buena opinión sobre Don Rafael